Cuatro claves para la adopción de políticas corporativas
Tomás Kubick Socio Mercantil de Cuatrecasas
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Tomás Kubick
Es común que en la administración de compañías más pequeñas, que están comenzando una fase de profesionalización en su administración, se piense en elementos de moda para mostrar y que permitan llevar a cabo ese propósito. Identificadas las modas, comienzan las sesudas discusiones sobre cómo abordarlas y saltan a la palestra desafíos de diversidad, políticas de inversiones y de financiamiento, como enfrentar políticas entre partes relacionadas, y, por supuesto, los famosos criterios ESG, entre muchas otros.
Todas esas discusiones, generalmente, se traducen en principios de gobernanza que los socios de la empresa que busca su crecimiento jurarán, solemnemente, cumplir. Terminadas esas discusiones, se vuelve al business as usual y los grandes principios terminan en buenas intenciones, que el viento se lleva.
Documentar, simplificar, enfocarse en que menos es más y en que el negocio es lo primero, son medidas de fácil implementación para que las políticas no queden solo en el papel.
Pasado el tiempo, la empresa estará dónde comenzó y ante la pregunta de algún tercero sobre esos temas, alguien recordará e indicará que la empresa tiene políticas, las que no existirán o no se habrán cumplido.
Para que esto no suceda, algunas medidas de fácil implementación pueden adoptarse.
Entre ellas, debe tenerse en cuenta que “menos es más”. Los recursos son siempre limitados y las necesidades que imponen los stakeholders son infinitas. Hay que aceptar la realidad, no se puede dejar contentos a todos. Los problemas deben jerarquizarse, empezando por aquellas cuestiones que son mandato legal o regulatorio (si no lo ha hecho ya, enfóquense en compliance, políticas para tratar operaciones entre partes relacionadas, mucho antes que en el ESG).
Junto a lo anterior es clave que “documente”. Las palabras se las lleva el viento y, si no se las lleva, quien pida acreditar la existencia de una política no se las creerá. Frente a terceros, lo que no se documenta, no existe (esa es la deformación profesional que tenemos los abogados y por la que solemos pedir, ojalá, incluso contar con timbres de algún notario).
En tecer lugar, “simplifique”. Los sesudos asesores, consultores, abogados, y tantos otros, somos expertos en crear complejos procesos que se hagan cargo de todos los aspectos de un problema con extensos y completos árboles de decisiones. Si no tiene los recursos para mantener esos procesos funcionales, algo más simple será mejor. Lo perfecto es enemigo de lo bueno, por lo que un proceso que funcione es mejor que un proceso complejo que no lo hace.
Y, por último, considere que “el negocio es lo primero”. La tentación no reconocida es olvidar el negocio. Estas políticas y procesos están al servicio del negocio. Si vamos a sacrificar lo que genera la utilidad por cumplir procesos y políticas, no sirve. Si tiene que hacer algo por mandato legal, que el impacto sea leve, las sugerencias anteriores pueden ayudar.